La Costa da Morte no son solo faros (que también, y bien impresionantes), sino una tierra que produce, que ofrece servicios, en la que hay empresas punteras, en la que hay calidad y talento. Una tierra que vive en la energía de las olas y en la firmeza del suelo, de la que surge una marca que identifica, además de las personas que la habitan y la sienten, al abanico de productores, proveedores de servicios y entidades locales de sectores como agricultura, ganadería, pesca, alimentación, industria, comunicación, hostelería, restauración, turismo o cultura.
El antiguo fin del mundo (lo que los romanos llamaban “Finis Terrae”) tiene mucho que ver. Descubre sus acantilados creados por la fuerza del mar, sus faros salpicados por las olas, sus playas de arenas blancas, sus espacios naturales protegidos, sus tesoros arquitectónicos… Que se pueden recorrer por libre o a través de rutas.
Sabor a mar, sabor a frescura, sabor a libertad. La fama precede a la gastronomía de la Costa da Morte. Pescados y mariscos son los buques insignia, pero la calidad de los productos de la tierra, destacando pan, patatas, frutas y hortalizas, no tiene que envidiarles. La Gran Orden Gastronómica se encargará de que mal, no comas.
Una tierra considerada el fin del mundo en la época del Imperio Romano, donde el sol se hunde en el Atlántico, no puede dejar de tener su propia historia. Los naufragios que en la antigüedad dieron lugar al nombre actual, Costa da Morte, dejaron leyendas y cuentos para llenar tardes enteras hablando de submarinos desaparecidos, de pianos de cola en las playas, de bueys que no lo eran, de leche condensada convertida en pintura.
Una costa tan movida como este rincón del océano Atlántico no es para quedarse quieto. Además de las rutas, los paseos, los almuerzos, las compras, los baños… esta zona más al Noroeste del Noroeste de la península ibérica ofrece actividades como cruceros, kayak, barranquismo, paintball, surf o hípica, entre otras actividades. Sin olvidar la vida nocturna y las fiestas, ¡que haberlas las hay también!